Desde el pasado 28 de julio, nuevos municipios en las comunidades autónomas de Navarra, País Vasco y Galicia han pasado a engrosar la lista de zonas declaradas de mercado tensionado. Se trata de A Coruña, San Sebastián, Galdácano y hasta 21 localidades navarras, entre las que se incluyen Pamplona o Tudela, que se unen a otros lugares que ya habían ido obteniendo este reconocimiento desde que entró en vigor la ley de vivienda en 2023.
Cataluña fue la primera comunidad autónoma en solicitar la aplicación de esta medida en marzo de 2024. Lo hizo, en un primer momento, en un total de 140 municipios, a los que posteriormente se añadieron otros 131, amparando de esta manera a más del 90% de la población catalana. En el País Vasco se fueron sumando otras localidades, que incluyen Rentería, Irún, Zumaya y Lasarte-Oria, en la provincia de Guipúzcoa, así como Baracaldo, en Vizcaya.
Lo particular de la última declaración que formalizó el Gobierno hace poco más de un mes es que, por primera vez, una autonomía gobernada por el Partido Popular acepta la declaración de una zona tensionada en su territorio. En este caso, se trata de la ciudad de A Coruña, en Galicia.
Y es que, para que prospere la declaración de una zona tensionada, debe contar con el visto bueno del gobierno autonómico. Hasta ahora, los ejecutivos populares se habían mostrado contrarios a aplicar esta medida en las comunidades en las que gobiernan, incluso aunque los municipios que lo solicitasen cumplieran con los requisitos marcados por la ley. Así ha sucedido, por ejemplo, en Madrid.
Sin embargo, la Xunta de Galicia se desmarcó desde el primer momento de esta postura, y reconoció que no se opondría a las peticiones de los Ayuntamientos que cumpliesen con las condiciones establecidas en la normativa, aceptando así la solicitud de A Coruña, a pesar de rechazar la de Santiago de Compostela.
La declaración de zonas tensionadas es una de las medidas estrella incluidas en la ley de vivienda. Su aprobación permite la intervención del mercado del alquiler, prohibiendo las subidas de precio en las renovaciones de contrato y estableciendo un índice de referencia para fijar la renta de las viviendas que salen por primera vez al mercado.
El objetivo de esta medida es frenar las subidas de precio en las zonas con mayor presión del mercado, donde acceder a una vivienda es cada vez más difícil para la mayoría de la población. Sin embargo, la realidad es que, desde que se aprobó la ley de vivienda, los precios han seguido creciendo, mientras que la inseguridad jurídica y el intervencionismo han desplomado la oferta de inmuebles disponibles para arrendar.
Las zonas tensionadas están resultando una medida ineficaz y contraproducente en los lugares donde ya se están aplicando. Y es que no atajan el problema fundamental del que adolece el mercado del alquiler: la escasez de oferta para cubrir la demanda existente. Es decir, no hay viviendas suficientes para todas las personas que están buscando casa.
Sin embargo, en lugar de apostar por medidas que incentiven la creación de la oferta y animen a más propietarios a poner sus inmuebles en alquiler, las administraciones públicas siguen insistiendo en impulsar decisiones desacertadas que agravan el problema del acceso a la vivienda en nuestro país.
Sirva como muestra el caso de Cataluña: en 2024 se pusieron en alquiler en esta comunidad autónoma hasta 40.000 viviendas menos que en 2023, el último año antes de que entrara en vigor la zona tensionada que engloba a 171 municipios en la región. Para 2025, se espera que la oferta siga sin recuperarse, y que el mercado pueda perder casi 7.000 inmuebles más.
Es evidente que en un contexto en el que cada vez más personas buscan un hogar en alquiler, especialmente en las grandes ciudades, la destrucción de la oferta a pasos agigantados no contribuye a estabilizar los precios y a consolidar el alquiler residencial como una vía prioritaria de acceso a la vivienda. Frente a esto, las administraciones siguen sin poner en marcha medidas que reviertan esta situación, e insisten en políticas inadecuadas e ineficaces que, como ya estamos viendo, no están dando los frutos esperados.

